domingo, 4 de diciembre de 2016

De vendimias, personas y jornaleros.

Son las seis y cuarenta y cinco minutos de la mañana y se escucha una alarma, aunque hace tiempo que lleva sonando. Sacas la mano del saco del colchón y agarras tu teléfono congelado y moribundo para cortar la alarma.
Te vuelves a cubrir, el frío inunda tu cara y tus manos pero llega el momento de salir del saco y ponerse la ropa de trabajo. Ocho horas de vendimia esperan.
Sales de la tienda dirigiéndote al café, bien ofrecido por el patrón o por esos compañeros de leyenda que se han despertado antes que tú.
Esto es la vendimia, trabajo rural, ciertamente duro para cualquier joven urbano europeo, ciertamente normal para la mitad del mundo que hace algo parecido todos los días de su vida cobrando muchísimo menos.


Partimos a Francia acabándose Agosto, con un sol increíble cruzamos un país lleno de paisajes llanos, cultivados y divididos por hermosas hileras de árboles. Llenos de cosas pero vacíos de personas. Descubrimos que en los pueblos de Francia no hay plazas, no, pero tampoco gente en la calle que eche de menos llenarlas. Entrábamos en Europa y salíamos del Mediterráneo.

Nuestra primera parada fue la zona Noreste a la altura de Suiza llamada Epernay, donde se produce el Champagne. De puerta en puerta conseguimos trabajo y un amable empleador que cerró el trato brindando con una botella propia. Acampábamos en pequeños merenderos a cuyos pies se desplegaban kilómetros y kilómetros de vides adornados por pequeñas iglesias y casas desperdigadas que ganaban en jardines pero perdían de vista a cualquier vecino.


La cosa empezaba a rodar, y rodamos de Este a Oeste del país para buscar un trabajo que rellenara las 3 semanas que quedaban para la vendimia. La mítica región de la Bretaña francesa nos aguardaba.
Aparecimos un viernes por la noche en la ciudad de Rennes, pero si sales a los bares a media noche en Francia puede que encuentres la fiesta un tanto empezada, nuestro reloj biológico-festivo tardó semanas en asimilar ciertos hábitos del pueblo Galo.
La gente de la Bretaña es gratamente peculiar y acogedora, siempre dispuestos a ayudar e indicarte un lugar para acampar, para coger agua o para oír un buen concierto. Prometido, te cruzarás con algún señor que se parezca a Asterix y Obelix.


Sin darnos cuenta, en una semana ya nos habíamos convertido en un activo grupo de 6 amistosos okupas rurales, siempre prestos a dar vida a una agradable porción de césped, hablar con los vecinos, tocar música y visitar los supermercados a última hora de la tarde en busca de alimentos que desechen bien por su próxima caducidad o, como era común, por la falta de espacio debido a la llegada de más, más y más comida que correría la misma suerte.


El constante desperdicio de la sociedad moderna nos permitía vivir con lo justo y maximizar el ahorro de los euros que nos ganábamos. Es curioso que en algunos países casi la mitad de la comida acabe en la basura en perfectas condiciones, y en otros países no haya comida para la mitad de las personas y estas tengan que buscar cualquier desperdicio.
En Montauban en Bretagne cosechamos tomates dentro de un enorme invernadero, un trabajo sencillo lleno de descansos y que no pasaba de 35 horas a la semana. Hicimos muchos amigos, El primero un marroquí, cómo no, se sentía a gusto entre nosotros y nos contaba anécdotas de Almería, donde cobraba un tercio que en Francia.
Nos despedimos tras dos semanas de trabajo. Nuestro jefe nos invitó a volver el año que viene y semanas más tarde nos escribió preguntándonos si la transferencia del salario estaba bien, la educación y el hablar entre personas nunca está de más.


Volvíamos a la Champagne con las manos entrenadas de cortar con las tijeras pero ni la más dura vendimia en España nos podía preparar para lo que llegaba.
Trabajadores de toda Europa y África se dan cita en estas laderas, 120.000 jornaleros detrás de los racimos mejor pagados del continente. Y no son los mejor remunerados por la gentileza de los patrones, el acabar una sola línea se te puede hacer muy largo. A los tres días estábamos quebrados y recurríamos a cualquier tipo de anestesia para mitigar el dolor por las mañanas.


El grupo se mostró como una inacabable fuente de apoyo y energías, y una vez hechos al dolor no quedaba más que sacar fuerzas de la mente para seguir cada día trabajando 9 o 10 horas (sin contar descansos). El premio final nos alentaba, cien euros por cada día de trabajo, pero nuestras rodillas y espaldas estaban al límite, por lo menos no te ibas a la cama cada día sin haber descubierto un músculo nuevo en tu espalda que había estado ahí, esperandote pacientemente para que lo utilizaras.
Fue una toma de contacto con algo tan normal como una cosecha pero nos dio muchas ideas y proyectos, nos pusimos de acuerdo entre nosotros y para con el mundo entero: Si algún día se puede meter mano de verdad en la Educación, haremos que todo joven pase unos meses en el campo trabajando, como educación de vida, de orígenes e humildad. Un aprendizaje necesario para mi generación, alejada del campo, aislada de la verdad de nuestra comida, alejados de aquello que nos sustenta y de las personas que realmente nos alimentan.



¿Cómo algo tan sencillo e inocente puede parecer tán revolucionario? Analicen cada uno de ustedes el porqué de haber llegado a este punto.



Hablamos, hablamos mucho, vaya que si hablamos. Nunca había hablado tantas horas sobre tantas cosas siendo la única interrupción el dejar paso a la carretilla o levantarte para coger aire. Por las noches también hablabamos, al cenar, al tomarte una cerveza o mientras te ibas a la cama. Cada uno rellenabamos con los conocimientos que creíamos relevantes la curiosidad que expresaban los demás sobre los temas en los que cada uno habíamos aprendido más hasta llegar a conocernos.
Las estrellas, amigos, las estrellas son una cura de humildad cada noche antes de dormirte, te vas a la cama rendido ante algo superior o quien sabe, por lo menos más grande que tu. Una medicina que escasea cuando uno vive en medio de cualquier ciudad.



Pasado un mes desde el comienzo de esta historia, y acabada la vendimia del Champagne, se había dado cierto cambio o evolución en nosotros. Un pequeño salto de escalón tanto físico como psicológico debido a un mes de continuos aprendizajes y pequeños retos que hacen que tu valentía se entrene cada día lo suficiente como para poder saltar un poquito más alto al día siguiente.
Miraba a mis compañeros y los veía bien, fuertes, vigorosos y sanos. Nos mirábamos a nosotros mismos y nos sentíamos contentos. No obstante, debido a la dureza física de la vendimia del Champagne, dos personas, un tercio del grupo tuvo que volver a España lesionados buscando reposo.
Los demás continuamos aunque nunca volveríamos a andar igual por lo menos hasta pasado el otoño, y las rodillas…mejor ni hablar de ellas no vaya a ser que se acuerden.




Bajamos hacia el sur, Burdeos, la zona vinícola por excelencia. El vino tinto más afamado del planeta, lleno todo de viñas y casas muy sencillas.
La gente más cercana a las viñas era la más sencilla, el dinero corría a raudales por las terrazas y restaurantes de Burdeos, dónde aquellos más lejanos a la agricultura parecían los que más provecho le sacaban.
La vendimia en la zona sur de Francia es prácticamente igual en lo técnico que en la Península Ibérica, cambia lo que ganas cada hora y es el motivo que la mayoría de vendimiadores fueran trabajadores españoles y también algunos portugueses.

Nuestro encargado granadino fue la diversión de cada jornada, emigrado hacía ocho años desde la mismísima Sierra de Baza, su capacidad emprendedora y para los pequeños negocios desbordaba cualquier imaginación. Tuvimos un curso express de dos semanas de Small Bussiness “Como salir de la crisis desde el medio rural francés”. Las comparaciones entre los dos países que le obligabamos a hacer con nuestras continuas preguntas (Gracias Juan), eran la sal de la tierra, la sal de la jornada fría y mojada en la que nos quedabamos atrapados bajo la lluvia continua.
Nuestros días estaban llenos de anécdotas graciosas o acontecimientos nuevos e importantes, esto no era casual ya que, a más vida tienes más vida generas a tu alrededor, más cosas pasan y te ves envuelto en un bucle activo que repele cualquier rutina aburrida e improductiva de tu anterior vida.




Pero más allá de esas cosas bonitas que nos enseña la vida en la carretera, la vida de nómada. Más allá de lo bonito y de lo que dan ganas de hablar al volver, una experiencia nos marcó a todos en nuestra última vendimia: Los demás españoles jornaleros.
Compartimos cuadrilla de trabajo con un nutrido grupo de jóvenes de diferentes puntos de la costa Levantina, gente de nuestra misma edad que había tomado un camino diferente desde temprana edad en la adolescencia.
No compartíamos con ellos gustos musicales, no vestíamos de la misma manera, no nos divertíamos de la misma manera y tampoco nos comportábamos con gente nueva de la misma manera.
Siendo sincero, no creo que si vivieran en mi ciudad me hubiera parado a hablar con ellos más alla de para pedirles un cigarro, un papelillo o un mechero. Creo que ellos, sin ninguna mala voluntad de por medio, tampoco lo hubieran hecho conmigo.



Pero esto es el campo, señores, aquí se trabaja codo con codo con quién te toque y en este proceso se comparten inevitablemente espacio y dolores. Con los días íbamos hablando más y más, aprendimos de ellos y ellos aprendieron de nosotros, nos llegamos a respetar, trabajamos juntos por la noche para conseguir comida y nos despedimos con un afecto que, sin ser enorme, era totalmente real.
El viaje y la vida en el campo nos proporciono lugares comunes en los que desarrollarnos como personas tanto autónomas como sociales. Para desarrollar tu fuerza exterior e interior. La luz y las fuerzas físicas marcan la duración del día, marcan el desarrollo de la jornada y te liberan de hacerlo a ti.
Encontramos un lugar común con nuestros compatriotas que no se había antojado posible en todos mis años anteriores, si bien por nuestras diferencias, o bien por la ausencia de un lugar común en la ciudad dónde realmente las diferentes tribus urbanas nos veamos cómodas y nos podamos mezclar sin llegar a ser un trauma para nuestro lado antisocial tan común hoy en día.




Han pasado unas cuantas semanas, estoy en una casa. Alrededor todo esta limpio y la habitación está caliente, tengo comida en la nevera para parar un tren, ropa para vestirme un més entero y una multitud de cosas colgadas por las paredes, ordenadas en las esstanterías o apiladas en los armarios. Cosas que nunca he echado de menos ya que yá las usé o nunca las usaré más.
Fuera de mi cuarto todo el mundo se comporta de una manera muy extraña. Se dedican a ganar dinero y cuando acaban, y han visto a los amigos, vuelven a casa para sentarse delante de unas enormes pantallas que a cada visita que hago crecen un poco más.
Hablo mucho menos, por lo menos debería intentar escribir un poco más. Hablo tal vez una hora al día, y muchas cosas se me quedan dentro por falta de orejas y al día siguiente ya no están y se han perdido.


La gente se gasta un montón de dinero en ropa y en cacharros, y yo les proyectos divertidos a cada uno, echos a la medida. Se los propongo, pero se protegen con su ropa y se van. Entonces yo me pongo mi ropa y también me voy afuera.
¿Es posible que hayamos ya perdido tantas cosas importantes? ¿Somos ese futuro que ya está aquí? ¿Es yá todo tan absurdo?
Asiento cada vez que veo las noticias tóxicas junto a los adorables anuncios. ¿Estamos ya bajo el yugo de los absolutos malvados? A ellos no los culpo, ya se sabe lo que quieren y que harán todo lo que haga falta para conseguirlo de nosotros también.


Pero acabo de volver de ver la tierra cara a cara , verla cara a cara, y os aseguro que ni de lejos los seres humanos normales somos tan malvados como nos hacen creer día y noche. He vuelto de conocer cientos de personas y no he visto a ni uno de esos! Es todo mentira y quiero sonreír a la gente y darles un abrazo, pero sus brazos se quedan a medio camino, desconfían unos de otros, hablan unos de otros sin ni siquiera intentar entenderse, yo solo quiero que los dos vean lo bueno que todos tenemos en alguna parte, y exploten eso, colaboren y se abran puertas el uno al otro ya que para algo son vecinos de ciudad, historia, buen vivir y buen humor con los suyos.

Y es así, con reflexiones inocentes que bien pudieran salir de la mente de un niño de ocho años, que yo me despido con esta historia. ¿Cómo algo tan inocente puede sonar tan diferente? Sonrían, hablen mucho y, no olviden que nuestros mejores amigos somos nosotros mismos.


sábado, 20 de agosto de 2016

En el camino.

Y cuando Jack Kerouak podia hacer un hueco con la palma de su mano y sentir la vida retorciendose de alegria, flotando pero sin llegar a rozar su piel, un pequeño y adorable kodama etéreo que se convertía en una atronadora, imparable y apabullante energía y amor por esta vida y todas las que estaban por venir. No sé en qué pensaba, pero sonreía con su mirada fija en lo que tenía adelante.

sábado, 27 de junio de 2015

El Mundo es Grande. Tu cerebro ha de serlo también.

Buenos días estimados amigos.


Aqui nuestra querida caverna la flor y nata de la ciencia de la Turismología, es decir, los turismólogos, hemos tenido un divertido debate que intentare sintetizar brevemente.
Debido al abaratamiento de los costes y a una floreciente clase pudiente (los padres) cada vez más jóvenes entre 20 y 30 años tienen la oportunidad de conocer innumerables países.
Dependiendo de su zona de origen, podemos identificar tres rutas dominantes en este tipo de viajes:

-El Eurotrip: Compuesto por un cocktail entre más de 20 o 30 países europeos y adyacentes ( países mediterráneos)
-El Sueño Americano: Que bien podría llamarse el sueño estadounidense, ya que yo nací en América y nunca pisé California ( oh, California...)
-El mochileo en el Sudeste Asiático: Que de mochilero...desde el aeropuerto al hotel, y deja de contar. Compuesto por países como Thailandia, Nepal, Camboya, Viet Nam, India, Laos.

Cada vez es más frecuente cierto tipo de corriente de opinión en las redes sociales la cual se basa en expresar lo mucho que nos gusta viajar, y lo enriquecedor que es frente a gastos materiales y superfluos.
Desde nuestra pequeña caverna platónica asistimos agradados a un aumento de la consciencia de mundo, de la consciencia de diversidad cultural y racial.

Sin embargo no dejamos de notar una percepción, en nuestra opinión ,errada, de que el simple hecho de viajar es probablemente lo más enriquecedor que haya ahora mismo (por encima del aprendizaje) por lo tanto hemos de decir lo siguiente:

-Viajar es viajar, aprender es aprender. El aprendizaje no viene incluido en el ticket de avión.
-Conocer un país sin tener una mínima consciencia de su historia es como entrar a un museo de arte moderno sin un guía o un amigo metido en el tema. No te vas a enterar de nada.

-Hoy en día, realizar el clásico recorrido turístico por los puntos imprescindibles de una ciudad explotada turísticamente es lo más lejano de la cultura propia de la ciudad, ya que es muy probable que las franquicias nacionales e internacionales de comida, bebida, regalos y ropa hayan invadido estos espacios urbanos, haciendo imposible acceder al tejido tradicional comercial de la ciudad.

-Viajar te enriquece cuando eres capaz de vencer tus miedos y tu pereza para andar sin el gps, hablar con los lugareños, ir caminando a los lugares, y cambiar el shopping por las actividades propias que realizan los nativos. Viajar te enriquece cuando empatizas con la cultura de las personas nativas, y sin tener que agradarte sus costumbres eres capaz de entender el por qué de estas mismas.

-Viajar te hace mas grande cuando a la vuelta a tu lugar de residencia no simplemente conservas memorias o sensaciones de aquellos días. Te hace más grande cuando realmente tomas consciencia de que una realidad, diferente a la tuya y esculpida por motivos históricos y culturales, diferentes a los tuyos, esta tomando lugar en un lugar diferente, y seguirá teniendo lugar pase lo que te pase a ti y a tu entorno.

-Viajar te hace conocerte cuando durante ese viaje has dejado atras todos los roles que has de representar en tu día a día y el único rol que representas es a tí mismo, de manera que convivirás contigo y te conocerás. Hablarás contigo, discutirás decisiones a tomar, te verás obligado a hablar con otras personas y pasarás tiempo a solas con tu cabeza. Por eso y no por huir hacia adelante decimos que hay viajes, que es mejor hacerlos solos.



Estas son algunas de las conclusiones sonsacadas de este épico cónclave Turismológico, nuestro antiguo anciano , diluido como siempre por años de experimentos sensoriales, quiso rubricar el encuentro regalándonos un último pensamiento que incluimos gratis en tu mochila:

"El viaje más grande es aquel que comienza por la curiosidad, continúa por el conocimiento, y termina....(coff coff). !No!. Nunca termina, ya que la curiosidad una vez desatada es imparable y el conocimiento, hoy en día amigos, es infinito."

martes, 3 de marzo de 2015

LA PLATA Y EL SOL


LA PLATA Y EL SOL

La plata
La plata pertenece a la noche
Y el oro al sol.

Queremos, sí, anhelamos
Ser como ellos
Interestelares, bellos, eternos

Dejarnos volar
Con una serenidad nocturna
Con la brisa del verano a medianoche

Con la sonrisa infinita y calmada
Una mirada a lo lejos
Un abrazo cálido a nuestro ser

Somos un globo, que se eleva entre las luces
Brillantes entre colmenas durmientes
De angelitos durmientes
-
Pero hay volcanes rugientes
De roja rabia, sangre ardiente
Un interior que sale, y grita.

Hincha nuestros ojos
Engrandece la garganta
Cuando sale la voz, no hay sonrisa tranquila

Y llena músculos y hay brazos
Levanta nucas y vigor, yergue codo, puño y talón
Y no hay calma ya, no hay control.

Así pasan pues las lunas
Surcando manantiales plateados
Así vuelven ya los días
Pisando tierra, y viviendo de corazón.