El pasado fin de semana, los voluntarios de la asociacion Volunteers for Peace Vietnam fuimos invitados por el gobierno de la provincia de Thai Nguyen a la ceremonia de inauguración del primer festival internacional del Té.
Esta provincia es la principal productora de té en Vietnam, su intención es aumentar la calidad y la cantidad de las exportaciones y crear una marca fuerte que pueda competir con las de las tradicionales potencias como China, India, Malasia o Japón.
A pesar de las grandes ceremonias y banquetes a los que fuimos invitados, si he de quedarme con un momento de este viaje es sin duda la visita a las plantaciones tradicionales de té, un paisaje idílico rodeado de cultivos de té, arroz y diferentes cereales, donde la máquina del tiempo perdió su rumbo y dejo este lugar anclado por siempre en el pasado.
La paz, el silencio y el aroma verde me inundaron de una paz exquisita. La sencillez y la amabilidad de este pueblo es algo inalcanzable para almas corrompidas como la mía, que necesitan devorar placeres materiales para poder alcanzar una tranquilidad que para ellos es cotidiana y duradera.
Hemos de aprender de la sencillez de tiempos pasados, de la sabiduría del campesino, de su bondad y hospitalidad desconectadas de cualquier intención oculta.
Debemos de ser pacientes, igual que al beber una taza de té; pacientes para no quemarnos, dejar el té enfriarse y degustar cada sorbo. Encontrando en su sabor siempre similar, diferentes sensaciones.
Debemos trasladar esta armonía a la vida diaria , nadie nos va a enseñar a ser pacientes, humildes y sencillos, a saber contentarnos con pequeños placeres, hallando de esta manera la mejor forma de disfrutar de nuestras vidas y conseguir ser felices.
Creo que esa, y no la otra es la verdadera felicidad y bienestar que nos espera, en el fondo de cualquier tazita de té.
Fd : Jota.
por supuesto, que ahí existe, es es el puente de equilibrio.
ResponderEliminarSIGUE OBSERVANDO....aliméntate, el tiempo y tu vida es tuya.
Estoy de acuerdo contigo. Cada dia me doy cuenta de que la paz de espírito es inversamente proporcional al número de bienes materiales que tenemos. El comprar comprar y comprar no hace el alma más grande, sino al revés. Hace el espírito más pobre, porque este se vuelve más preocupado con el "tener" que con el "ser". Hoy estoy dispuesta (y mañana seguramente lo estaré más que hoy) a cambiar todo lo que tengo por una casita de madera perdida en medio del campo, vivir de mi propia huerta, trabajar en lo que me gusta sin preocuparme con el sueldo, y olvidar el mundo tan materialista en el que vivimos. La felicidad está en las cosas simples. ¿De qué nos vale tener toda la tecnología del mundo al nuestro alcance si el día que nos vayamos de este mundo, no llevaremos nada aparte de lo que hayamos vivido, sentido y aprendido?
ResponderEliminar